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La verdad sobre las energías alternativas

El sol, el viento, el gas metano... que últimamente se están dando a conocer como fuentes de energía alternativa a las ya más conocidas, como la térmica o nuclear, en realidad no son tan nuevas, pues la utilización que el hombre ha hecho de ellas data de muy antiguo, sobre todo en algunos campos concretos, como la agricultura, la navegación, el molido, etc.

Las dificultades que han frenado el desarrollo de estos recursos han sido de tipo político e institucional. Incluso actualmente se pueden observar las diferencias que existen entre los presupuestos que los Estados destinan a la nuclear y petróleo, y los que destinan a la solar, eólica, biomasa, etc.
Con el descubrimiento del petróleo, estas energías naturales quedaron relegadas hasta el punto de ser prácticamente olvidadas. Ahora bien, este crudo, que es parte de la energía solar acumulada en el subsuelo durante millones de años (debido fundamentalmente a los plegamientos geológicos), no es inagotable y los gobiernos y monopolios vuelven a interesarse por las energías limpias. Es evidente que las pondrán en práctica cuando su explotación signifique un beneficio para los intereses económicos que defienden y técnicamente puedan ser tratadas al mismo nivel de concentración que las energías sucias (térmica, nuclear, etc.).
En realidad, ya no tenemos que esperar al momento citado anteriormente, puesto que en la actualidad podemos observar la proliferación de parques eólicos (especialmente entre 1980 y 2000). Gobiernos y multinacionales saben que el petróleo no es infinito y la política que implantan es ir sustituyendo las grandes centrales nucleares y térmicas por centrales solares, eólicas... Concentrando la producción de energía se concentra también el poder político y económico en unas pocas manos. Se podría aplicar la frase: "algo tiene que cambiar para que todo siga igual".
Concentrar la producción de energía supone que posteriormente habrá que distribuirla por miles de kilómetros de líneas de alta tensión y, además del impacto ecológico que supone, se perderá mucha energía en dicho transporte. La instalación de estas grandes centrales también ha supuesto un deterioro social y económico al tener que emigrar los agricultores de las zonas donde estaba su residencia y su medio de vida. Los valles donde se construyeron centrales hidroeléctricas se inundaron y, por tanto, destruyeron el recurso del mencionado sector social.
Con las centrales térmicas y nucleares ha sucedido algo similar; aunque el matiz que las diferencia consiste en que estas últimas contaminan el agua de los ríos al tener que sustraerla aguas arriba de la central y soltarla aguas abajo de la misma.
Esta manipulación y control de la energía por poderes centrales, no ha dejado de existir a lo largo de la Historia. Valga como ejemplo un hecho que sucedió en el siglo XVII, cuando millares de molinos de viento construidos por los agricultores y artesanos de la época, fueron destruidos por los señores ingleses. Estos molinos permitían a los campesinos moler el grano, lo cual dificultaba los controles. En su lugar, estos "buenos" señores decidieron instalar molinos de agua, con el fin de aprovechar los saltos de agua o el propio cauce de los ríos.
Así pues, mientras los molinos de viento ofrecían la gran ventaja de dar autonomía, ayudando además a que se facilitara una relación social y humana en la que se compartían los conocimientos, el trabajo y los frutos del mismo, los molinos de agua sólo podían ser monopolizados por unos pocos propietarios.
Después siguió el carbón, más recientemente el petróleo y, actualmente los mismos monopolios que controlan estos combustibles fósiles están empezando a investigar y comercializar con las energía renovables. Por ejemplo, la BP (British Petroleum) que es una multinacional inglesa, una de cuyas actividades es el petróleo, ya está comercializando paneles solares fotovoltaicos.
Las energías limpias son naturales y por tanto están repartidas por todo el planeta; cualquier punto del mismo posee uno o varios recursos de los que se puede beneficiar sin depender de los demás. Esta riqueza inherente invita a que su uso se desarrolle de una forma descentralizada, aunque esto no es rentable para gobiernos y monopolios.
Esta descentralización, significa que sean las propias personas o grupos sociales reducidos quienes construyan, gestionen y controlen los sistemas de generar su propia energía, adaptándolos a unas necesidades reales. Cada zona dispone de recursos energéticos naturales que habría que estudiar para intentar utilizarlos de forma racional. Por ejemplo, en el Pirineo al ser una zona muy montañosa, es más factible usar la energía minihidráulica por disponer de dos elementos fundamentales: el nacimiento de los ríos y su posterior discurrir por valles y montañas. La utilización de la energía solar directa, en esta zona mencionada, es más inviable ya que lógicamente las horas de soleamiento son menos debido a la sombra que producen dichas sierras o cordilleras. España también dispone de muchos kilómetros de costa que facilitarían el aprovechamiento no sólo de la radiación solar, sino de la energía eólica debido a que es en estas zonas donde se producen fundamentalmente los choques de las masas de aire cálido y frío.
De todas las energías renovables, la solar, la eólica y la hidráulica son las más conocidas pero existen otras de las que prácticamente no se habla, pero que es importante tener en cuenta, por ejemplo: la biomasa, la geotérmica o la energía procedente del mar. Dado que el tratamiento de cada una de estas energías supone una extensa exposición, nos limitaremos a comentar de una forma resumida el significado de cada una de ellas.

Energía solar directa
La energía que nos envía el sol directamente se puede aprovechar para obtener agua caliente sanitaria y calefacción, con la simple construcción de unos colectores o paneles solares por los que circula el fluido que queremos calentar (aire, agua, etc.).
Para obtener electricidad existen básicamente dos métodos. Uno consiste en utilizar células fotovoltaicas que se construyen con silicio el cual ha sido tratado con procesos físico-químicos para conseguir que produzca electricidad. La otra forma de obtener electricidad consiste en reflejar los rayos de sol que inciden en unos espejos, dirigiéndolos concentrados a una caldera donde el vapor de agua que se genera moverá una turbina y, ésta, a su vez, un generador.

Energía eólica
El uso de la energía eólica es uno de los más antiguos, siendo de los más conocidos el destinado a la navegación y a la agricultura. Más recientemente, se ha destinado esta fuerza natural para generar electricidad directamente por medio de aerogeneradores, de los que actualmente existe una amplia gama de prototipos. Otra forma de aprovechar la energía del viento es con la construcción de unas torres en cuyo interior se forma un torbellino cuando se introduce el viento en ellas. Este movimiento circular y ascendente del aire dentro de la torre produce un vacío, el cual succiona una masa de aire a través de la base de dicha torre. Esta energía del aire en movimiento es aprovechada por una turbina unida solidariamente a un generador de corriente eléctrica.
Otra técnica de generar electricidad con el viento es utilizar el denominado "efecto chimenea". Este consiste en la corriente ascendente de aire que se provoca al existir una diferencia de temperatura entre la parte inferior y la superior de un conducto. Este caso concreto consiste en instalar un tubo verticalmente en el centro de una cubierta construida con materiales transparentes (plástico, vidrio, etc.) por encima del nivel del suelo. Este aire calentado bajo la cubierta, a mayor temperatura que el atmosférico, tenderá a escapar por el mencionado tubo donde se encuentra situada la turbina y el generador de corriente eléctrica.

Energía hidráulica
El uso de los recursos hidráulicos, mar adentro, también es bien conocido desde la antigüedad, siendo las utilizaciones más frecuentes en dicha época las destinadas a regadío y molienda. La energía hidráulica empezó utilizando la rueda hidráulica (que se desarrolló al lado de ríos o acequias) en dos versiones, según sus aplicaciones: molino de agua, para moler grano, sal, obtención de aceite, etc., y la noria, para regar campos y huertas.
Posteriormente, tras el descubrimiento de los generadores de corriente eléctrica (dinamos y alternadores) se empezó a usar para generar electricidad, bien sea aprovechando el desnivel ocasionado por los bruscos saltos de agua o por la energía procedente del suave discurrir del agua de los ríos.
Más recientemente con la construcción de enormes presas en las que se acumula el agua y posteriormente se suelta de forma controlada para mover las turbinas situadas aguas abajo, que transmiten dicho movimiento a dinamos o alternadores, para obtener electricidad.

Energía del mar
La energía que se puede obtener del agua salada está menos estudiada y, por tanto, menos experimentada y desarrollada. No obstante, puede ser interesante conocer las tres formas básicas de aprovechar este recurso.
La energía maremotriz o energía de las mareas, entendiendo por éstas el movimiento periódico y alternativo de ascenso (pleamar) y descenso (bajamar) de las aguas del mar, producido por las fuerzas gravitatorias del sol y la luna.
La marea es un fenómeno puramente astronómico y ninguna otra causa interviene en su formación; sin embargo hay otros factores terrestres que la alteran y que, por tanto, no pueden dejar de ser tenidos en cuenta. Así, la desigual superficie de mares y tierras, su reparto geográfico, los accidentes del fondo y la costa, fenómenos meteorológicos, etc.
La utilización de la energía de las mareas consiste en separar un estuario del mar libre mediante un dique y aprovechar la diferencia de nivel mar-estuario. En dicho dique se colocan unas compuertas que permanecerán abiertas durante la pleamar para permitir el llenado del estuario. Una vez llenado éste, se cierran dichas compuertas, con objeto de separarlo del mar y se espera a que el nivel del agua del mar sea mínimo, es decir, bajamar. En ese momento, se abrirán otras compuertas, situadas en la parte inferior del dique, que permitirán vaciar el agua contenida en el estuario y cuya energía potencial se aprovechará, al ser transformada en energía eléctrica, por medio de las dinamos o alternadores.
La energía maremotérmica o de gradiente térmico que es aquella que aprovecha la diferencia de temperaturas existente, sobre todo en los mares tropicales, entre el agua superficial y el agua profunda, para producir energía eléctrica. Se trata de una máquina térmica en la que el agua superficial actúa como fuente de calor, mientras que el agua extraída de las profundidades actúa como refrigerante, siguiéndose un ciclo termodinámico.
Las olas que se producen en la superficie del mar son provocadas por los vientos, de los que se recoge y almacena energía. Si la velocidad y la dirección son constantes, las olas resultantes son "regulares" y las partículas de agua que las componen siguen trayectorias circulares, que difieren según sea la profundidad de las aguas. La gran variación que se produce continuamente en la amplitud y el período de las olas, revela claramente los principales problemas que plantea el diseño de convertidores para utilizar esta energía. Estos sistemas deben captar energía mecánica de forma aleatoria y convertirla eficientemente en otra forma de energía, generalmente energía eléctrica. Es decir, deben ser capaces de transformar desplazamientos de olas desde las escalas más reducidas en altura y frecuencia, hasta las más elevadas. Existen muchos sistemas capaces de convertir la energía de las olas, pero actual y prácticamente todavía se encuentran en fase de investigación.

Energía de la biomasa
Podemos definir la biomasa como el conjunto de materia orgánica generada a partir de la fotosíntesis o bien producida en la cadena biológica. Mediante este proceso los vegetales transforman productos minerales sin valor energético en materias orgánicas de alta energía. Este proceso sólo tiene lugar en las plantas verdes que contienen clorofila, ya que este compuesto es el que posibilita todas las reacciones químicas que se producen. Los productos que fabrican para sí las plantas (azúcares, proteínas, grasas, etc.) y el oxígeno que simultáneamente eliminan sirven, a su vez, directa e indirectamente, de alimentos a todos los demás seres vivos que habitan el planeta.
Energéticamente existen cuatro tipos de biomasa: vegetal, animal, residual y fósil.
La biomasa vegetal es la que se produce directamente como consecuencia de la fotosíntesis.
La biomasa animal es la que producen los seres vivos que utilizan la biomasa vegetal en su alimentación.
La biomasa residual es la que en gran medida es devuelta a la Naturaleza por no ser consumida o por haber sido transformada.
La biomasa fósil que es la que se obtiene de toda la materia orgánica almacenada en el subsuelo durante millones de años como consecuencia de los plegamientos geológicos que se han producido en el planeta.
Ciñendo la cuestión a obtener calor o electricidad y descartando la biomasa fósil (carbón, gas natural y petróleo), que es la que se viene usando con mayor frecuencia, hablaremos del biogás o gas metano, el cual se obtiene a partir de la fermentación microbiana en condiciones de ausencia de oxígeno (anaerobia). Como materia prima para la digestión anaerobia puede servir todo tipo de biomasa, pero especialmente la de alto contenido en humedad. Por ello, la más utilizada es la de tipo residual (residuos ganaderos y los de depuradoras de aguas residuales urbanas). También es muy importante para la digestión anaerobia la temperatura y la acidez de la mezcla. En líneas generales se puede decir que durante la digestión, la biomasa de partida, compuesta de moléculas complejas, se descompone (por la mencionada acción microbiana) en moléculas más simples, para dar como productos finales gas metano y dióxido de carbono, fundamentalmente.

Géisers
Otra forma de aprovechar la energía natural son los géisers. Se trata de lugares en donde las rocas profundas alcanzan elevadas temperaturas y que al ser recorridas por acuíferos (corrientes de agua subterránea) éstas absorben calor y lo transportan a la superficie terrestre, en forma de chorros de agua o vapor que posteriormente se puede utilizar directamente para usos domésticos (agua caliente sanitaria o calefacción) o indirectamente, transformando dicha energía calorífica primero en energía mecánica (turbinas) y seguidamente en energía eléctrica (dinamos o alternadores).

El uso bien combinado de estas energías renovables sería suficiente para abastecer de energía a los seres que habitamos esta bola. Cada año este planeta recibe la energía equivalente a cien veces la energía que existe encerrada en todas reservas de combustible fósil.
Por otra parte, es importante destacar algunos aspectos íntimamente relacionados con el uso de las energías limpias y que ayudarían a que la incorporación de las mismas en nuestras vidas fuese más ágil y menos traumática. Uno de estos aspectos es el ahorro energético, entendiendo por éste hacer un uso racional de la energía. Esto incluso independientemente del recurso que la proporcione. En la práctica supone utilizar aparatos de bajo consumo (bombillas, neveras, etc.). Aplicar tecnologías, ya experimentadas, tanto en viviendas, vehículos, electrodomésticos, motores, que pueden reducir el consumo energético en porcentajes muy elevados. En las edificaciones pueden lograrse ahorros energéticos sorprendentes; tan sólo el mejor aislamiento térmico de las viviendas podría hacer bajar hasta en un 90% las necesidades de calefacción.
Otro aspecto, también muy importante, es el social, promoviendo acciones que reivindiquen y hagan posible un verdadero cambio. Un ejemplo práctico y concreto consistiría en exigir -desde las organizaciones vecinales- a las empresas constructoras, que lleven a cabo los proyectos de edificación con la incorporación de técnicas solares (paneles para agua caliente sanitaria, paneles para calefacción, paneles para electricidad, óptima orientación y diseño de las viviendas, etc.), lo cual mejoraría la calidad de vida, supondría un ahorro energético y, por tanto, disminuiría notablemente las emisiones de dióxido de carbono. En iguales o parecidos términos podemos hablar del transporte o de la industria, exigiendo a los fabricantes la aplicación de tecnologías más eficientes como por ejemplo la cogeneración, que algunas industrias ya aplican y que básicamente supone aprovechar gran parte del calor (necesario en sus propios procesos de producción y que hasta hace poco desperdiciaban) para producir electricidad.
Pensar en las energías renovables como el recurso que sustituya a las convencionales quizá sea erróneo, si no se ponen en práctica otras medidas que harían posible cubrir unas necesidades. Es decir, si mantenemos el nivel de consumo actual y si la industria no se plantea mejorar su desarrollo tecnológico, haremos corto con todas las centrales que se construyan. Hay que buscar un equilibrio entre las disponibilidades y las necesidades, aunque siempre se producirá un gran debate en torno a la siguiente pregunta: ¿cuáles son nuestras necesidades? Pues bien, no estaría de más ir cuestionando en todos los ámbitos esta pregunta, no dejándola únicamente a la decisión de los políticos.
El "progreso" nos ha llevado a depender de unas fuentes de energía limitadas y contaminantes (petróleo, nuclear, etc.), generándose un modelo económico en el que se ha prestado más atención a producir en grandes cantidades, que a buscar un desarrollo sostenido, es decir, un equilibrio entre las necesidades humanas y el respeto al medio ambiente. Dicho de otra forma más simple, se ha generado un consumismo excesivo que nos lleva en nuestro discurrir cotidiano a abusar un poco de esos hábitos que todos tenemos (gastos absurdos de electricidad, grifos que quedan abiertos, etc.).
Cuando se habla de construir una casa, decimos que ésta no se empieza por el tejado, sino por los cimientos; sin embargo, cuando hay que reformar la misma sucede al contrario, o sea, hay que empezar por el tejado para que, en caso de lluvia, no la destruya. En esta casa, llamada planeta Tierra, puede suceder algo parecido, pues hasta la fecha se ha prestado más atención a los detalles internos o decorativos, pero hemos olvidado el mantenimiento del tejado con lo cual han aparecido goteras y se corre el riesgo de que se hunda.
Es importante que vayamos tomando conciencia de que el sol es la principal fuente natural de energía, pues nos da luz y calor, regula el clima e impulsa los grandes ciclos que determinan la vida en el planeta. La utilización de las energías renovables implica una forma de vida más ecológica, y su conocimiento, utilización y desarrollo, determinará un modelo social, en el cual los seres humanos sepamos usar racionalmente los recursos energéticos que nos ofrece la Naturaleza, adaptándonos -en su ciclo- en el lugar que nos corresponde, y sobre todo, colocándonos al servicio de la misma. Contrariamente a lo que sucede hoy día, es decir, el ser humano ha colocado la Naturaleza a su servicio, haciendo uso desmesurado de su riqueza, rompiendo muchos de los eslabones del ecosistema en que nos encontramos, con la particularidad de que son insustituibles, y el hombre jamás los podrá fabricar.
Como alternativa a la sociedad nuclear, consumista, despilfarradora de energía y recursos, centralizada, dependiente de las multinacionales, con toneladas de residuos radiactivos bajo nuestros pies y como herencia para las generaciones futuras, con una tecnología cada vez más sofisticada e inalcanzable, donde para disfrutar de la Naturaleza tengamos que pagar, propongamos un modelo social basado en las energías limpias de tecnología sencilla, que supongan integrar al ser humano y a sus actividades en los ciclos naturales; descentralizada tanto de poder, de población, como de producción; sin contaminación, donde el hombre gestione sus propios recursos y actividades, y donde las relaciones humanas se basen en la solidaridad entre los diferentes pueblos.

Grupo Veleta