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Tortura: Testimonio de Beatriz Etxebarria

<http://boletintokata.wordpress.com/2011/03/10/tortura-testimonio-de-beatriz-etxebarria/>

Beatriz Etxebarria relata en primera persona el momento de su detención,
el viaje de traslado a Madrid y los cinco días de incomunicación.

BEATRIZ ETXEBARRIA
· Fecha detención: 1 de Marzo de 2011.
· Cuerpo policial: Guardia Civil.
· Días incomunicación: 5 días.
· Juzgado: Juzgado Central de Instrucción nº 3 de la Audiencia Nacional.
Titular, Fernando Grande-Marlasca
*Detención y registro*

Sobre las 4:00 de la mañana del 1 de marzo de 2011 revientan la puerta.
Me agarran del pelo y me llevan en volandas al salón. Estoy en sujetador
y no me dejan ponerme ropa durante el registro. En el salón me reducen
con violencia y en el sofá me intentan poner las esposas. Se enfadan
porque me quedan pequeñas. Me dicen mientras sigo sentada en el sofá:
«Ya verás qué cinco días vas a pasar».

Me mareé un poco durante el registro del trastero. Me agarran muy fuerte
del brazo, me dejan marcas. Me ponen esposas de cuerda y me las van
apretando cada vez más.

Al salir de casa me amenazan: que no mire ni hable con mi pareja. Me
llevan donde estaba el coche y me prohíben mirar el registro.

Me llevan al forense de Bilbo: me miran bien, tengo marcas en las
muñecas de las esposas, tenía las venas hinchadas, y algún rasponazo.
Los brazos rojos, por la forma de agarrarme, y agarrotados.

*Viaje:*Me montan en el Patrol. Me obligaban a cerrar los ojos y me los
tapan ellos mismos con la mano. Escucho cómo hablan de encontrarse con
otro coche.

Paran. Un guardia civil, que se hacía llamar el Comisario, viene a
buscarme y cambiamos de coche. El de ahora no es un Patrol, es un coche
normal por el espacio y la altura al entrar. El Comisario empieza a
gritarme al oído y a amenazarme: «Soy militar y estoy entrenado para
matar». Me dice que tengo dos opciones: hablar desde el principio, o no.
Noto cómo sacan una bolsa y me la ponen encima de las manos Durante el
viaje a Madrid me dan golpes y collejas en la cabeza, y constantes
amenazas. Me dicen que va a parar el coche y «te voy a poner en pelotas,
te tiro a la nieve y te voy a abrir en canal». El Comisario se quita la
chaqueta y empieza a restregarse contra mi cuerpo. El otro policía que
estaba a su lado «apacigua» a El Comisario pero también me amenaza. Me
hacen «la bolsa» dos veces de camino a Madrid.

*Comisaría*

En la comisaría había diferentes habitaciones: en una escuchaba los
gritos del resto de detenidos y había otra que estaba más abajo que me
daba la sensación de que estaba aislada, y ahí el trato era todavía
peor. A la primera la llamaré la «habitación dura» y a la otra «la muy
dura».

Siguen las amenazas y El Comisario me mete a una celda y me dice que
piense bien qué voy a hacer. Me sacan de la celda y me llevan al forense.

Son sobre las 20.30 del martes. Le relato que estoy siendo torturada. Me
vuelven a llevar a la celda.

Me llevan a la «habitación dura». Allí oía gritos del resto de
detenidos/as. Me sientan en una silla y me mojan las manos, mientras
escucho ruidos de algo que parecen electrodos. Cuando estaba en la celda
también escuchaba esos mismos ruidos. Me dicen que tengo que hablar y me
empiezan a quitar la ropa hasta dejarme totalmente desnuda. Estando
desnuda me echan agua fría por encima. Me vuelven a poner la bolsa hasta
tres veces seguidas. Me amenazan con hacerme la bañera. Estando desnuda,
me ponen a cuatro patas encima de una especie de taburete. Me dan
vaselina en el ano y en la vagina y me meten un poco un objeto. Sigo
desnuda y me envuelven en una manta y me dan golpes. Me agarran, me
zarandean y me levantan del suelo.

Me vuelven a llevar a la celda hasta la mañana del miércoles, cuando
vuelvo a visitar al forense. Le cuento algo sobre el trato al que estaba
siendo sometida y su actitud fue mala.

Vuelvo a la celda y allí trato de «descansar» un poco. Después de pasar
un rato, viene El Comisario y me lleva a la sala «muy dura». Allí me
vuelve a desnudar. Me estira del pelo, me da golpes en la cabeza y me
grita al oído que es militar y que está entrenado para matar y que «te
voy a destrozar toda por dentro para que no puedas tener pequeños
etarras».

Me vuelven a llevar a la celda y después de estar allí, al forense. No
le cuento nada, al ver cuál había sido su actitud en la última visita en
la que cuestionaba el relato de torturas que le había hecho.

En los interrogatorios siempre había mucha gente. Una vez conté hasta
siete voces diferentes. Me amenazan constantemente con mi pareja (al que
escucho cómo está siendo torturado). También me amenazan con detener a
mi hermano. Me dicen que como no haya trato no sólo van a detener a mis
padres, sino que también van a llevar a mi abuela «en bragas y que se la
iba a follar».

El anteúltimo día El Comisario me vuelve a desnudar. Tira una manta al
suelo, grita y me dicen que me van a violar, otra vez. Me da la
impresión de que él se empieza a quitar la ropa, escucho cómo se quita
el cinturón. Entonces, al que llamaban Garmendia intenta tranquilizarle,
lo saca de la sala en la que estaban y escucho cómo hablan. Garmendia
entra otra vez en la habitación y me dice que le prometa que voy a
declarar.

El último día tuve hasta seis interrogatorios. La segunda declaración
policial la hago el sábado a las 5:40. Después no me vuelven a desnudar
y la agresividad era menor, incluso llegaron a decirme si quería ver a
Iñigo.

Las amenazas no cesaron hasta llegar a la Audiencia Nacional. En el
furgón, El comisario, que estaba sentado a mi lado, me dijo que tenía
que ratificar delante del juez la declaración.

Durante todo el periodo de incomunicación, salvo cuando iba donde el
forense, estuve con los ojos tapados con diferentes antifaces. Había
alguno de látex que tenía una especie de polvo que ellos decían que si
abría los ojos me iba a quedar ciega. Yo sí notaba que cuando me lo
quitaban (para ir al forense) me picaban los ojos durante un rato.
Cuando estaba con El Comisario me ponían otro antifaz que era como de
terciopelo.

Durante la incomunicación estuve sobre todo con tres policías (El
Comisario, El Inspector y Garmendia, que era menos salvaje), aunque
durante los interrogatorios solía haber mucha gente siempre en la
habitación.

Ante el juez negué la declaración policial y denuncié haber sido
torturada.

--
"No; no es por un crimen por lo que nos condenáis a muerte; es por lo
que se ha dicho en todos los tonos, es por la anarquía; y puesto que es
por nuestros principios por lo que nos condenáis, yo grito sin temor:
¡SOY ANARQUISTA!."