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Servicio de Urgencias: si quiere un trato digno, por favor, quédese en casa (caso real).

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Reproducimos íntegra esta carta recibida el mes de febrero por una usuaria de los servicios de urgencia y compañera. Los/as que ahí trabajamos vemos en los sucesos relatados un reflejo real pero que, desgraciadamente, se quedan cortos con respecto a lo que estamos acostumbrados en este y otros servicios.

Madrid 17 de Enero de 2009 Estimados compañeros: Un miércoles de diciembre del año 2008, me puse mala a causa de envenenamiento por insecticida en un bar, cuyo dueño no es otra cosa que un negligente; no me extenderé más al respecto, solo decir que me he asegurado que al menos en este bar la seguridad e higiene se tengan más en cuenta. Mi paso por urgencias fue una experiencia traumática. La primera sensación que se tiene al llegar al hospital es la de ser una molestia, sensación que se convierte en confirmación al pasar a la sala de urgencias. El médico que me atendió primero, es decir el encargado de diagnosticar el malestar y la urgencia, concluyó que debían hacerme un lavado gástrico inmediatamente (creo que el observar éste una fosforescencia en mi boca, influyó en su decisión). Ipso facto me llevó a la sala de urgencias para que se me realizase el lavado gástrico. Me hacen sentar y aquí empieza el show. La sala de urgencias era de unas dimensiones francamente ridículas, teniendo en cuenta la cantidad de seres humanos allí presentes en ese momento. Cada metro cuadrado estaba ocupado, ya fuera por una persona en silla de ruedas, por una camilla, por personal sanitario en movimiento (con clarísimos síntomas de stress), por mobiliario o material móvil, y cacharros varios. A esto hay que sumarle el ruido ambiente, resultante de la actividad frenética de los/as trabajadores (camillas, aparatos sanitarios, gritos), así como los quejidos de los/as pacientes (y nunca mejor dicho) y la dantesca visión de fluidos de toda clase provenientes de nuestros cuerpos humanos. Y todo esto envuelto en un fortísimo olor a lejía, que me resultaba especialmente irritante al tener las vías respiratorias quemadas, debido al producto ingerido. Adelanto que al final me fui por iniciativa propia sin recibir atención y pese a estar francamente muy incómoda en dicho lugar, tengo que decir que el principal factor que influyó en esta decisión fue el trato recibido por parte del personal medico. Se pasaban la bola unos a otros: “atiende a la de morado, que hay que hacerle un lavado gástrico”; una enfermera a mi lado comenta: "a saber que habrá tomado". De vez en cuando, el medico que me diagnosticó, venía a ver si me habían atendido, y en una ocasión una médico adjunta delante de mi le dice: “pero si está perfectamente”. Me dirijo a la médico que acaba de hacer el comentario para decirle que me salgo al pasillo un rato, porque el olor a lejía me resultaba muy incomodo, y ésta, de muy malas maneras, me dice que no, que ellos son responsables de lo que me pase (responsabilidad administrativa, porque lo que es responsabilidad vocacional, nada de nada). Creo que en urgencias estuve más o menos una hora y media, pero en total habían pasado más de dos horas desde que ingerí el insecticida, con lo cual me creo que el lavado gástrico no hubiera servido de mucho porque mi cuerpo ya lo habría absorbido y además me hubieran dañado aún más la vía digestiva. Así que me levanté para irme de aquel lugar y el informe que tenía en mis manos se lo dejé a la medico (la que tenía la psicología de un chupa-chups), que en ese momento estaba haciendo labores administrativas. Mal como estaba, me dirigí hacia la sala donde estaba el médico que me atendió al llegar, creo que le debía una explicación de por qué me iba, después del interés mostrado por mi estado de salud, y mientras espero a que salga, aparece la médico (esa tan maja) se planta delante de mi y me dice; (esta vez con un tono totalmente autoritario) que qué hacía allí, si ya me había ido. A lo que le contesto, ya con muy mala ostia; "y a ti que te importa", a lo que contesta, "soy la médico (?), y tienes que saber que la persona que te ha atendido (el médico) ha gastado tiempo en atenderte", a lo que le contesto, "claro, por eso estoy aquí, para darle una explicación", y dice, "bueno que sepas que voy a romper el informe", y digo, "rómpelo, rómpelo". Por fin aparece el médico, y pensaba darle una explicación de por qué me iba, pero la verdad es que él no estaba muy por la labor de querer escucharme, (normal) así que firmé el alta voluntaria y me fui. Ya no solo tenía la certeza de haber supuesto una sobrecarga, también tenía la certeza de que en aquel lugar, me habían quitado la dignidad. Afortunadamente la ingesta de insecticida no supuso más que un par de días de molestias. CONCLUSIONES PERSONALES: En lo relativo a la sanidad ¿pública? debemos ser conscientes de que ya no solo se trata de la dignidad y de la salud de los usuarios, también se trata de que los/as trabajadores/as de la sanidad,(y no nos referimos a sus representantes sindicales) exijan su dignidad y su salud en los puestos de trabajo. Esta dignidad y esta salud, pasa por no permitir el trabajo a destajo al que están sometidos, pasa por exigir realizar su trabajo en óptimas condiciones, debiendo disponer de todo el material y la infraestructura necesarios para tales efectos. Cuando digo exigir, quiero decir plantar la lucha a la patronal y al estado porque, quien no sepa a estas alturas que nunca nos darán concesiones a la clase trabajadora sin que antes se las hayamos arrebatado por medio de la lucha a estos poderes, es que realmente no tiene conciencia de la realidad que supone vivir en un sistema capitalista. En general se desprende de las condiciones laborales en el sistema sanitario una falta total de valores éticos y una deshumanización total, tanto de trabajadores/as, como de usuarios/as. Es decir, nos hemos acostumbrado al trato embrutecido, carente de cualquier síntoma de empatía y comprensión y carente de una verdadera voluntad de sanar, por mucho titulo universitario y juramento hipocrático que tengamos. EL AGRAVANTE DE LA PRIVATIZACIÓN: Nuestro ideal de sanidad en lo práctico se basa en que ésta esté al servicio de las personas y que los/as trabajadores/as no vean en la sanidad solo un medio de ganarse la vida, si no la forma de desarrollar plenamente sus inquietudes, sus conocimientos, en definitiva, su realización como ser humano. Podemos decir que desde siempre en la sanidad ha habido un factor imperante, que es la necesidad de ganar dinero. La primera en ganancias es la industria farmacéutica. Ahora con la privatización saldrán a la palestra un montón de empresas que van a por el dinero de la sanidad que es de todos, ocupándose cada una de éstas, de una parcela en la cobertura sanitaria. Es lo que conocemos por externalización de los servicios (laboratorio, admisión, cocina, limpieza, diagnóstico, equipamientos, personal sanitario, etc). Y si el sector farmacéutico era antes quien nos condicionaba, ahora se suman todos los servicios de la sanidad ¿pública? al reparto del pastel. Lo único que seguirá siendo público serán los edificios que devolverán dentro de 30 años. Que nos diga Aguirre, ¿quién se ocupará del mantenimiento de los mismos? Seguramente nosotros, porque las empresas privadas no harán frente al pago del mantenimiento de edificios que no son suyos ¿Por qué realizar una inversión que nos les dará beneficios? Por otra parte los estudios económicos acerca de la privatización demuestran que nos saldrá bastante más caro lo privado que lo público, entonces ¿a qué responde esta actuación? Sencillamente a la posibilidad de las administraciones de obtener solvencia inmediata, ya que inicialmente las empresas deben hacer un gran desembolso de dinero. Y ¿a dónde irá ese dinero? Aguirre lo sabe mejor que nadie. No profundizaremos mucho sobre las consecuencias de esta reforma, pero en estos momentos estamos en la primera fase de la privatización, y podemos enumerar por cientos las deficiencias que actualmente afectan tanto a trabajadores como a usuarios de la sanidad. Falta de cobertura de tratamientos básicos para el bienestar de las personas (ginecología, odontología, oftalmología, etc), falta de inversión para la investigación (en enfermedades minoritarias, en avances significativos en el tratamiento de enfermedades mortales, en fomento de la investigación como puedan ser ayudas a estudiantes, en la investigación científica de terapias alternativas, que suplan las terapias convencionales, tan agresivas para las personas, etc). Escasa cobertura social y en muchos casos cobertura social negligente. Listas de larguísima espera, hospitalizaciones selectivas y deficientes (a más gasto farmacológico, más hospitalización; camas en los pasillos, etc) a propósito de las hospitalizaciones. La política de turno en la presidencia de la comunidad de Madrid, (Aguirre) se permite el lujo de tomarnos el pelo, inaugurando en distintos hospitales públicos el nuevo sistema de camas para el/la acompañante. En lo laboral: contratos basura, sobrecarga de trabajo, desunión en la lucha obrera, salarios inferiores, desigualdad en las condiciones laborales, falta de dotación de medios, lo que provoca la dificultad de realizar el trabajo con eficacia, movilidad funcional y un largo etc. La Sanidad es un aspecto más de las políticas capitalistas, pero también sufrimos procesos similares en la Enseñanza, en la Administración Publica, en el sector Energético. Tenemos que ser conscientes de que la sanidad es nuestra, fruto de nuestras luchas, fruto de nuestro dinero, de nuestras necesidades ¿por qué dejar que nos impongan una sanidad que no queremos? ¿por qué dejar que hagan negocio de nuestra necesidad? Nuestra postura tiene que concienciar y servir para cambiar las cosas, y eso solo se logra con la unidad y la lucha de los trabajadores/as de la sanidad, de los usuarios/as de la sanidad y de la clase trabajadora en general. Para eso debemos salir a las calles, debemos plantar cara a los políticos y a la patronal, debemos organizarnos desde las bases por medio de movimientos vecinales (que no asociaciones de vecinos politizadas), de asambleas de trabajadores (que no asambleas informativas de los sindicatos comprados por el poder) y estar comunicados entre sí. Debemos hacer público nuestro descontento desde cualquier medio, debemos apoyar las luchas que no respondan a intereses políticos (ni sindicales, ni de partido). Debemos desligarnos de la capacidad decisoria de la que gozan estas entidades que deciden todo sobre nuestro futuro y en cuanto tienen la oportunidad miran sus intereses, olvidando los de la población en general. Debemos autofinanciarnos para no comprometernos con el dinero del estado y de los profesionales del sindicalismo. Debemos preocuparnos de nuestras propias vidas, autogestionarlas, pues nadie mejor que nosotros sabe lo que necesitamos. En definitiva lo que CNT desde siempre ha reivindicado, ACCIÓN DIRECTA, FEDERALISMO, AUTOGESTIÓN, SOLIDARIDAD Y APOYO MUTUO. NI PUBLICA, NI PRIVADA AUTOGESTIONADA