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Crónica del conflicto de Carrefour Express

Las nuevas tendencias represivo-capitalistas que convocan líneas económicas ascendentes

entre los nuevos empresarios por séquito la reforma laboral son, sin duda, las franquicias, esto es, la práctica de utilizar y reproducir los modelos de negocios de otra persona. En el caso que nos ocupa; Carrefour Express en el Paseo de General Martínez Campos.

 

No es de extrañar que de la conjunción entre aquél General fascista, que sufrió un atentado anarquista en Barcelona en 1893, y el asalto que se materializó desde la estructura anarcosindical en otro ataque directo, esta vez a la cuenta de CNT-AIT Madrid con ánimo de avivar la sangre y las entrañas de aquellos que despidieron a un compañero por haber denunciado al Gerente del Carrefour.

 

El motivo: Agresión física y acoso laboral. Dicho responsable le había acorralado y golpeado con saña en el cuarto de baño del propio supermercado.

 

Nos situamos a finales del mes de Abril de 2014 en el paseo de aquél golpista que determinó la II restauración borbónica en España. Alrededor de 20 miembros cenetistas, en su mayoría del sindicato de oficios varios, descendieron por el paseo en bloque cual black block hacia las puertas del supermercado. El bloque rojinegro, estático en su mayor parte para importunar la entrada a los clientes produciendo la inmediata inquietud de los trabajadores y responsables que salieron a defender a aquellos que les explotan. Contra todo pronóstico, el gerente evidenciado por su práxis violenta y sevicia para con sus compañeros y en particular con el compañero despedido, no se encontraba presente. En su lugar se personifica otra gerente que asegura que el agresor ha sido expulsado de la empresa, a la par que los baladros furiosos, fieros cantos y un piquete informativo se organiza denunciando el incidente al tiempo que exige la readmisión del trabajador. El entorno se transformó; viandantes que compartían impresiones, clientes malhumorados, los que se detenían para observar, los que apoyaban la causa y los que no. Gargantas empuñando el megáfono que ardía fundiéndose como el acero candente entre negras banderas.

 

Todos formaban parte de un escenario necesario.

 

Solo uno bastó. Un único piquete para entregar la palabra al sindicato y al obrero. Esa misma noche la llamada del patrón condicionó las decisiones que se tomarían a partir de ese momento. La raudez con la que parecía intervenir el empresario denotaba cierta angustia; temía la acción directa, la incidencia y la variabilidad de las ventas de su negocio, la posibilidad de perder la franquicia y por supuesto, la organización de los trabajadores. Fueron pocos los días que transcurrieron para que el firmante del despido se presentara en la federación local de Madrid junto a su fiel compañera de R.R.H.H. Un decorado que parecía recordar a “Mulder y Scully” luchando contra sus propios fantasmas. El enemigo ataviado en prendas grises y correctas había traspasado el Nº5 de la plaza Tirso de Molina.

 

La reunión se prestó más a la explosión emocional del trabajador y a la salvaguarda del empresario por recuperar su estabilidad monetaria y proteger su negocio que a la formalización de un acuerdo entre opresor y oprimido. La empresa, expulsado ya el gerente del Carrefour Express decide readmitir al empleado con una condición: deberá volver al mismo supermercado. El despedido no asume la responsabilidad de volver al centro de trabajo por dos motivos: el temor a revivir los grotescos hechos acontecidos y el miedo a posibles represalias de compañeros y/o encargados. A la empresa se le ofrecen 3 días para decidir si readmite al trabajador en otro centro de trabajo. Pasado el periodo el empresario no accede a la propuesta, pues supondría un lucha interna entre él y el resto de socios con los que se reparte el botín a costa de tiempo y sudor de los asalariados. Una semana después el trabajador se replantea la posibilidad de entrar al centro de Martínez Campos bajo llanas condiciones coherentes y aplicables dentro de la política de la empresa que gestiona este Carrefour Express. A estas condiciones, donde se encontraba la posibilidad de trabajar en turno de cajero fijo, (puesto que el centro contempla) también se niega el empresario alegando que la organización y esquemas de trabajo de este centro han sido modificadas a petición de la nueva gerente. El empleado despedido y la empresa vuelven a cruzar los caminos en la sala Nº2 del S.M.A.C de Madrid, volviéndose a reiterar en que, de volver a recuperar el puesto, sería bajo las funciones adheridas al contrato, lo que implicaba una duda sustantiva y nunca resuelta para el despedido; las consecuencias emocionales y convivenciales con el resto de la plantilla. El conflicto se resuelve in situ mediante acuerdo económico: 4 meses de salario neto. Eso sí, a la espera de la vista para el juicio de faltas contra el déspota que quiso justificar sus ingresos a golpe de nudillo.