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Cronica y reflexiones sobre la no identificacion ante la policia en el acto de protesta ante Cruz Roja por el despido de Ana de alacant

Hoy, en el piquete de protesta que hemos realizado desde el SOV de Madrid, para oponernos al despido abusivo (¿alguno no lo es?), malintencionado, ilegal e inhumano de la compañera de CNT-Alacant

http://cnt-alacant.blogspot.com.es/2014/06/cruz-roja-alicante-acosa-y-despide.html

Ana, frente al centro de congresos de la Comunidad de Madrid del Campo de las Naciones donde celebraban alegres y contentos su nosecuantos aniversario los popes de la entidad “humanitaria” y la nueva reina de todas las españas, he sido retenido y trasladado a comisaría “a efectos de identificación”.

Tras obligarnos a cambiar de sitio en dos ocasiones por estar en “zona de seguridad” y viendo que no nos íbamos a ir por más pegas que pusieran, han venido a hacer lo que tienden a hacer desde hace ya demasiado tiempo: recolectar DNIs para, previsiblemente, multarnos luego, cuando ya no se nos vea.

Esta tendencia represiva “de baja intensidad”, llamada comúnmente Burorepresión, que consiste en identificaciones masivas e indiscriminadas a migrantes sin papeles (con el agravante de racismo) y activistas, obedece a la intención de este estado policial de ocultar la represión pura y dura (detener y encarcelar también tiene un coste político para nuestros “representantes”) bajo una cortina de humo de falsa permisividad, pues el daño no se produce en público sino en la soledad de las dificultades individualizadas de las economías familiares, además de ser más difícil de transmitir el mensaje a la sociedad de que, de todas formas, están reprimiendo y castigando la pobreza y la disidencia.

Esta forma de represión también busca acabar con la protesta social al introducir en el ambiente el miedo a ser multad@ si participas en actos de calle (y en muchos casos estamos viendo que incluso sin participar, sólo por estar en sus listas negras), al lastrar a los grupos sociales opositores con multas y esfuerzos extra para hacer frente a recursos y pagos difíciles de frenar (recordemos que en sanciones administrativas el poder es juez y parte: tiene todas las cartas) y para postre supone un ejercicio recaudatorio para el Estado que, con un esfuerzo mínimo (un par de represores por concentración y en una hora 400 multas) llena las arcas mientras vacía los bolsillos de familias, activistas y movimientos sociales. Frente a esta actuación desleal del Estado (¿alguna no lo es?), en el seno de la Plataforma por la Desobediencia Civil (http://desobediencia.es) (que agrupa a varias organizaciones, entre ellas la Asamblea Antimilitarista de Madrid (http://www.antimilitaristas.org) de la que soy miembro junto a la Sección Sindical de Sanidad del SOV de Madrid), surge la Campaña de enfrentamiento contra la Burorrepresión del Estado DNI-Di No a las Identificaciones (http://stopidentificaciones.org,http://stopidentificaciones.org/por-que/), por la que acudo a la mayoría de los actos de calle en los que participo sin nada que sirva para identificarme (http://stopidentificaciones.org/manual-de-comportamiento-de-la-campana-dni/)

Así pues, previa advertencia a l@s compas del piquete de mi situación antes de plantarnos en el centro de congresos, tras un rato de estar coreando consignas de apoyo a la compañera Ana y contra la mafiosa Cruz Roja, al ser requerid@s para ser identificados y tras discutir tod@s con los maderos la ilicitud de su actuación (con paradojas tales como que nos identifican por estar en zona de seguridad por la Borbona y cuando decimos de salir de la zona nos dicen que no, que nos quedemos que nos van a identificar igualmente, y otros absurdos habituales), hago lo propio de la Campaña DNI y cuando sacan la libreta, sin negarme nunca a hacerlo, mantengo mi postura de que es imposible que me identifique pues no llevo ninguna identificación, y ahí me enroco. Nuevas discusiones absurdas, cacheo y finalmente traslado a comisaría “a efectos de identificación”. Es de resaltar que se pusieron muy nerviosos ante la perspectiva de llevarme “retenido” (y el trastorno personal y para el operativo de seguridad que ello implica) por lo que usaron todos los medios a su alcance, excepto las hostias, para que dijera mi nombre, incluso “vale con un nombre cualquiera”: agotamiento (unos siete, uno tras otro, entraron a dar la matraca), individualización (enseguida me llevaron al “aparte” para ver si al verme aislado...), prepotencia “tú me vas a dar tus datos por que me da la gana”, amenazas “te vamos a detener por desobediencia y negarte a identificarte y ya verás”, insultos y provocaciones “yo creo que lo que te pasa es que eres muy cortito y tus jefes (literal, mis jefes) te han aconsejado mal”, compadreo “venga va, si es mejor para ti que si no te tenemos que llevar a la comisaría y así puedes seguir con lo vuestro” y sucesivamente las varias estrategias por tod@s conocidas. En todo momento l@s compas, sin abandonar el acto para el que nos habíamos reunido, mantuvieron una actitud de apoyo, cercanía y seguimiento permanente de la situación.

Como finalmente ven que, agotadas sus herramientas de coacción, no cambiamos la actitud (el piquete sigue, estamos todas muy tranquilas aunque firmes, no me niego a identificarme aunque no me identifico, no mostramos actitud provocativa ni respondemos a provocaciones, no me resisto y manifiesto mi predisposición a ser trasladado a comisaría si eso es lo que quieren, seguimos argumentando la validez de nuestros actos y la ilicitud de los suyos, etc) me llevan a comisaría en un coche patrulla con dos números, seguido de otro (con otros dos que hicieron los trámites en comisaría) y más tarde, una furgoneta con seis o siete polis más que a lo que me pareció iban a declarar en el expediente. Una vez allí, me identifico ante el primer policía que me lo pide (uno de los que me trajeron) y tras un rato, me toman huellas, comprueban filiación, me avisan de que me van a poner una multa administrativa por negarme a identificarme que podré recurrir, firma recibido y a la calle, donde mis compis, que ya habían terminado la acción de protesta, me habían venido a esperar. Me alegré de verles y se lo agradezco.

 

Se podría cuestionar la validez de la Campaña dado que el traslado y la horita en comisaría supone un engorro añadido a la multa en sí, pero a la vista de los resultados creo que valió sobradamente la pena: diez maderos y tres vehículos movilizados y por tanto restados del operativo de seguridad que tiene que recomponerse para identificar a un sólo activista; el gasto que todo ello les supone y que resta eficacia al carácter recaudatorio de las multas; la molestia que a ellos les supone el no solucionar el tema en diez minutos libreta en mano -y el extra por las denuncias ganado fácilmente-; el no desdeñable efecto psicológico para los represores que supone la no aceptación del miedo a las identificaciones indiscriminadas si se van sumando desobediencias; y lo más importante: el acto de protesta se realizó de principio a fin sin mayores contratiempos y cumpliendo los objetivos que buscábamos: les aguamos la fiesta, el ataque contra la compa Ana fue respondido convenientemente.