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La gripe porcina desde el hospital Carlos III.

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En abril de 2009 hemos asistido a un nuevo brote pandémico mundial que arrasará a la humanidad y dejará el mundo a aquellos que de verdad saben cuidarlo, los animales. Al menos estos fueron los titulares en los mass media.

En este catastrófico teatro la OMS, creada para aplicar los estándares de salud occidentales en todo el mundo (los que marcan las industrias farmacéuticas) pone a todo el planeta en cuarentena. Pero para que sea efectiva necesita que se adopten sus medidas propuestas y se consuman sus múltiples productos. Una pena para ellos que solo sea una gripe. Y ahora ni si quiera se le llama por su nombre, lo cambian por gripe A para no perjudicar los intereses de las industrias cárnicas, todo un detalle.
Bajo este contexto se trabaja en el Hospital Carlos III de Madrid, referente para enfermedades contagiosas en todo el estado. Los síntomas no difieren en nada entre la gripe porcina y la gripe común, salvo que la que ahora nos preocupa es si cabe más leve que la anterior y por ahora solo ha afectado a personas mayores de 25 años que han viajado a México. Según el procedimiento seguido a mediados de abril, ante una pandemia se localiza a todos los candidatos de haberla contraído. Se les aisla, y un médico les somete a un formulario y breve reconocimiento. Después de determinados los posibles positivos, son mantenidos en aislamiento y se les realizan más pruebas, debiendo esperar el tiempo necesario, hasta que lleguen los resultados. Las muestras extraídas de posibles casos son consideradas de alto riesgo biológico y se transportan en termos herméticos con hielo directamente al laboratorio Majadahonda. La vida en una habitación de aislamiento se hace pesada y lenta. Se mantiene una escrupulosa limpieza, llevando mascarilla incluso en la habitación. Éstas son o individuales o están juntos madre e hijos, para evitar mezclar cepas del virus y que se produzcan mutaciones. El comportamiento de los pacientes es ejemplar a pesar de la pesadez de la espera. El tratamiento suele consistir en 1o 2 pastillas de antirretroviral al día. A los niños jarabe. De las 30 personas que han estado en aislamiento solo 4 han dado positivo y están a día de hoy todos de alta. Ninguno fue menor de 20 años. Uno de los chavales era sevillano y había ido a México de excursión de fin de curso. Se puso enfermo en Madrid y se le aisló, mientras sus compañeros de viaje en Sevilla han recibido el tratamiento en su propio domicilio. El personal en contacto con el paciente extrema la precaución: con traje blanco de aislamiento, doble guante, mascarilla, gorro, calzas y gafas protectoras, que se recambian cada vez que un sanitario entra o sale de la habitación. Para evitar la dispersión por el contacto, uno de los dos guantes se tiran en el propio cuarto y el otro resto se tira en un contenedor negro rígido que se cambia cada turno. En cada pase a la habitación se limpian las manillas y las gafas protectoras con antisépticos. Bandeja y cubiertos son por supuesto desechables. La lencería se trata con normalidad sin que reciba tratamiento especial. Se restringe al máximo el número de contactos por paciente: solo quien deba realizar los cuidados o técnicas a su cargo. Se intenta que siempre sea la misma persona quien los haga. No se puede sacar ningún material de la habitación que no sean residuos. La comunicación con el paciente se realiza por teléfono para aumentar el aislamiento: se le indica que se ponga el termómetro, tome sus parámetros y que los comunique junto con sus necesidades. Toda invasión del espacio queda registrada de modo que se conozca quién y cuándo realizó la intervención, y donde aparece su teléfono por si han de localizarte rápidamente. Pasado el primer momento de paranoia y después de conocer el grado de contagio, que es el normal de una gripe, se han disminuido las medidas. Se ha sustituido el uso del traje de aislamiento por una bata de desechable, la protección de una infección respiratoria normal, salvo el caso de necesitar extraer muestras biológicas que se utiliza una bata especial. El cubo rígido se cambió cada vez que se llena. Al principio se cerró la 6ª planta, la única que posee presión negativa (absorbiendo el aire y tamizándolo por filtros que evitan que pasen virus). Sin embargo el módulo que en la planta hay destinado a prisioneros ha permanecido abierto. Cuando se llenó la 6ª se planta empezaron a alojar pacientes en la 3ª. Finalmente, antes del puente del 1º de mayo se vació y acondiciono la la 5ª planta en previsión de la catástrofe. El 6 de mayo se volvió a acoger enfermos de todo tipo en todas estas plantas. Ahora mismo es el hospital Carlos III el que dispone de los depositos de antirretrovirales que se deberían repartir a la población, no están a disposición en las farmacias. La vacuna ya viene en camino. Para los profesionales esta situación ha sido vivida entre la incertidumbre de la efectividad de los protocolos tomados para evitar la dispersión y contagio de la enfermedad y el hastío de adoptar las medidas sabiendo que en su mayor parte son desproporcionadas. La información remitida por las autoridades sanitarias y del hospital ha sido amplia y satisfactoria. Se ha concentrado dos o más veces al personal para recibir información de primera mano sobre la situación y resolver dudas. Las medidas adoptadas han sido adoptadas correcta y disciplinadamente por todo el personal, concienciado de la potencial peligrosidad de la situación y temerosos de un posible contagio en su propio ámbito, incluso a su propia familia. En definitiva se utilizan las mismas medidas que la gripe aviar con la ventaja de la experiencia obtenida de esta, lo cual ha posibilitado una respuesta mucho más inmediata y eficaz. Aunque la alarma adoptada ante el brote de gripe ha sido desproporcionada en cuanto a la gravedad, ahora que se ha demostrado que los síntomas han sido menores que los de la gripe común, todo el mundo alaba la labor del Carlos III, y con motivos. Todos preferimos gastar un poco, o mucho, más dinero para asegurarnos de que nos encontramos a salvo de tan horrible situación global. Nadie ve mal que se adopten todas las medidas pertinentes, caras o no ¿Podríamos pagar su precio “real”, el precio que el mercado impone al cliente, como está pasando en los paises que acumulan el número de muertes? Un día de estáncia en aislamiento en españa cuesta más de 800€ por persona, casi el salario de un mes; sumémosle las pruebas diagnósticas. En México solo el antirretroviral para el tratamiento empleado cuesta 377€, más que el salario medio. Simplemente es imposible, por eso allí hay muertos. Los países azotados por esta peste, a pesar de ser más ricos en recursos, solo puen tratar a sus ciudadanos de una manera, como ganado. Quien tiene dinero para pagarse el tratamiento o un seguro médico vive. El que no se le aisla sin tratamiento y muchas veces sin pruebas diagnósticas. En México, tierra expoliada en que el capital lo acumulan unos pocos, la gestión sanitaria de estas empresas tiene como resultado a más de 100 muertos. De Estados Unidos, aparte de los 20 muertos, pocos datos llegan. En el sudeste asiático y China las medidas de aislamiento nos recuerdan a los campos de concentración, y los que tengan que morir lo harán confinados, ya sea en hospitales, hoteles, cárceles o ghettos. En Madrid estamos sufriendo desde hace años el envite de fábricas de medicamentos que intentan crearmos dependencias, verdaderas industrias de la carne que dicen saber curar nuestros cuerpos, y aseguradoras que, aliadas con constructoras y bancos, dicen saber gestionar hospitales y servicios sanitarios. ¡MENTIRA! Estas empresas son las multinacionales de la explotación, los que crean la miseria, el hacinamiento, la suciedad y la contaminación que favorecen estas pestes recurrentes, tengan el nombre que tengan. Pero la razón, la lógica, las matemáticas y la naturaleza nos da muestras un día tras otro de su error, no todo se puede privatizar. Así pues consideramos que la epidemia es social porque afecta de diferente forma a los distintos estratos, económica ya que su resolución depende en gran manera del capital que se posea, y política por las causas que las provocan y los medios de resolución. No nos extraña que en las condiciones actuales una gripe cree una verdadera epidema mortal. Lo que nos extraña es que sea esporádicamente y no de forma constante. En los paises en vías de desarrollo la epidemia atiende a condiciones de vida infrahumanas. En los países desarrollados a la paranoia creada por el sistema en que estado, empresas y medios de comunicación son un uno indiscernible creando una situación de terror, hiperconsumismo y represión. Sabemos que si nuestra salud dependiera de estas empresas viviríamos en un estado constante de aglotonamiento farmacológico y aislamiento del que solo nos dejarían escapar para acudir al trabajo. Nos llevamos las manos a la cabeza cada vez que pensamos qué ocurriría si dependiesemos de un servicio sanitario privado parecido, si no al mexicano, al estadounidense. No queremos decir que el actual sistema de cobertura sea bueno, ni si quiera correcto, pero el que nos quieren imponer es una incongruencia. Por una sanidad humana, una sociedad humana. Fuera las empresas de la sanidad.